27 mayo 2006

La soledad del hombre ocupado

El otro día me encontré frente a frente con una escena cotidiana y dramática. Desde la acera de enfrente, esperando a que se puesiera en verde el semáforo para los peatones observé a un señor de unos 40 años sentado en el interior de su coche, solo, parado... y llorando.

No pude hablar con él, no se por qué lloraba pero he de reconocer que me hizo reflexionar. Deduje que estaba trabajando y entre gestión u gestión aprovechó para desaogarse. Al principio me extrañó pero ahora pienso que es una situación muy común. Hay mucha gente muy ocupada pero que en realidad están solos. No tienen a quién acudir. No saben cómo desahogarse y, en muchos casos, cuando no lloran sus penas es porque las ahogan en alcohol.

Esta sociedad actual está perdiendo los puntos de referencia y las raíces en las que apoyarse para buscar la verdadera felicidad. Y cada vez es más frecuente encontrarse por la calle con personas que van a la deriva, cómo aquel hombre que, solitario, afrontaba con desesperación sus problemas.
¿Tan difícil es pedir ayuda?, ¿tan difícil es reconocer que tenemos limitaciones?
Al final sólo se me ocurre dar gracias a Dios por la suerte de tengo porque sé que, como me dijo una vez un hombre bueno, sabio y santo: "Nunca estas sólo, cuánta gente te quiere".

No hay comentarios: