16 junio 2006

¿Por qué tanta crispación?

Espero que los pocos lectores habituales que acumulo, que son muy pocos, no se hayan sentido ofendidos por mi falta de diligencia a la hora de introducir entradas en este blog. Una vez hecho este inciso para justificarme entro en materia con otros asuntos interesantes.

Está la cosa movida en el ámbito político y, la verdad, cuando la gente que confía en mí me pregunta no se muy bien como orientarles. ¿Qué está pasando en Cataluña?, ¿hay libertad de opinión y de expresión?, ¿es el Statut solidario con el resto del país-estado?, ¿era realmente necesario reformarlo?

Visto desde aquí, desde Andalucía, donde también andamos dándole vueltas al Estatuto de Autonomía me parece que:

1)A la gente de la calle le da igual el estatuto y sólo piensan en el de forma egoísta. Interesa o no interesa en función de los beneficios directos en inversiones se deriven de esos retoques.

2)Cambiarlo no es necesario, lo que había iba bien y el único problema real que se aprecia es que a los Ayuntamientos les falta dinero para afrontar grandes infraestructuras sin hipotecar a las ciudades y malvender su suelo. La renovación del Estatuto no aporta nada y la gente opina sin saber porque nadie lo ha leído.

Seguro que en Cataluña no ha sido así, había más interés en sacar aquello adelante porque el movimiento nacionalista está más arraigado pero de todas formas se ha convertido en un tema crucial para la vida política un asunto que está fuera del alcance e interés de los ciudadanos de a pie… y para involucrarlos se están extremando las posiciones hacia puntos que me parecen exagerados e innecesarios.