09 septiembre 2006

De errores periodísticos y de errores en la selección de personal

Anteayer cometí el error más grave desde que me dedico al periodismo. La memoria me traicionó. Tomaron posesión 47 funcionarios en el Ayuntamiento y recordé que días antes de irme de vacaciones en junio habían tomado posesión ya otros 47 funcionarios. La misma cifra. Esa coincidencia me llevó a pensar que eran los mismos y así lo consulté a uno de los empleados que trabajan en la Secretaría municipal. Me respondió que ahora ya conocía sus destinos, probablemente porque yo también le confundí a él resultado fue patético porque di por confirmada la reiteración de actos.
Esa noticia estaba destinada a ser una simple foto de la toma de posesión con un comentario al pie, sin embargo la presunta duplicidad gustó a los jefes que me encargaron una crónica reportajeada con tono irónico, y así lo hice.
El día fue complejo y el tema estrella que tenía entre manos era el informe de la Cámara de Cuentas del circo que exigía un estudio profundo de sus 24 folios antes de empezar a escribir.
Ya de noche escribí la crónica de la toma de posesión de funcionarios, sólo busqué la foto del 2 de junio. Eran también 47. Busqué caras iguales, no era fácil y lo justifiqué por los trajes de fiesta y el paso de tres meses de verano.
¡NO ERAN LOS MISMOS!
La rectificación que se publica hoy explica la confusión pero me consta que, con toda la razón del mundo, hay mucha gente muy enfadada en el Ayuntamiento. Lo entiendo, y pido perdón.

Esto de equivocarse es humano y muy duro, que le vamos a hacer. Pensando ayer con pena en los damnificados por mi error y en lo que me ha dolido equivocarme me pregunté si algunas de esas personas se duelen también cuando se enteran de que han cometido un error. Porque hay errores que a veces resultan evidentes en esas selecciones de personal y hay candidatos que sufren graves injusticias que, de una manera u otra, afectan a sus vidas y a sus expectativas.
He visto y he comprobado que los tribunales no siempre son objetivos. Que hay cierta parcialidad en las baremaciones y eso, siento decirlo, es también muy duro.

Si el grave e injusto error sirve para que los responsables de la selección de personal descubran el dolor que puede causar una equivocación, creo que puede tener algo de productivo.

En cualquier caso no le recomiendo a nadie sentir ese vacío que se siente cuando ves una página del periódico que has escrito y que está en la calle y, a la vez, sabes que lo que ahí aparece es erróneo de cabo a rabo.

No hay comentarios: